Era día de mercadillo así que Fernanda, se levantó de la cama, debería coger el autobús que la llevaría al pueblo de al lado.
Veremos que es lo que traería de el, a veces venía más cargada que otras veces, pero eso ya lo iremos viendo.
Se dirigió a la parada, al rato vio el autobús llegando a la parada.
-Ya viene se dijo para si misma.
Se subió en el con cara de pocos amigos, el conductor la miró pensando que vaya mujer mas antipática y desaliñada.
Se bajó a cuatro paradas, se dirigió a la zona que ponían la ropa, dio vueltas y vueltas, pasó varias veces por las paradas de prendas que había colgadas, otras descansaban en montones, unas encima de otras.
Le echó el ojo a un jersey de lo mas bonito, ya llevaba rato mirándolo, cuando el vendedor se distrajo ella lo cogió y lo metió en una cesta grande que llevaba, continuó haciendo todo el recorrido del mercadillo.
-Necesito otro para el.
Dio mas vueltas por el mercadillo, llegó a una parada que vendían prendas de hombre, la mujer hizo la misma operación, echó el ojo a uno de color gris, aquel a su Matías le quedaría estupendo, cuando el vendedor se distrajo hizo la misma operación, otro para dentro de la cesta...
Luego se dirigió donde vendían la fruta, se acercó a una parada le echó el ojo a unos melocotones que tenían muy buena pinta, cogió una bolsa de plástico y metió allí como unos tres kilos como mínimo, en vez de dejarlo a la vista para posteriormente pesarlo, lo dejó en el suelo. Cogió otra bolsa de plástico y se acercó a unas manzanas, cuando llegó meneó la cabeza de un lado al otro como diciendo que no, a la vista de la vendedora hizo ver como si aquellas manzanas no le gustaran.
Cogió la bolsa de melocotones que tenía en el suelo y tranquilamente se marchó para adelante, buscando otras paradas donde poder hacer la misma operación.
Al rato ya tenía fruta mas que suficiente para toda la semana.
Y se dirigió a esperar el autobús.
-Ya viene
Se subió en el, cuatro paradas.
Y muy satisfecha se dirigió para su vivienda, aquella mañana había merecido la pena, solo había gastado el billete de ida y de vuelta
Verónica