Francisco un día volviendo de su trabajo, a lo lejos creyó ver un pájaro muy grande, con muchos colores. Se acercó hasta allí. Y si.... había un bello pájaro grande.
Se dijo que era un loro. Pero que hacía aquel bonito pájaro solo?
Miró para un lado de la calle, luego para el otro, para arriba, para abajo. Allí solo estaba aquel pájaro. Así que decidió llevárselo para su casa, sus hijos se pondrían muy contentos.
Al entrar en casa, los pequeños estaban viendo los dibujos animados. Al ver entrar al padre, con semejante pájaro en la mano, fueron a ver al lindo pájaro.
-Mirad chicos, le tendremos que poner un nombre....
El mas chiquitin, un niño de unos tres añitos dijo:
-Pepe, yo quiero que se llame Pepe.
-Bueno hijo, le llamaremos Pepe, dijo la madre.
El hermano, con gesto de disgusto, le dijo a su hermano.
-Vaya nombre, para un pájaro?
-A mi me gusta, yo quiero Pepe, verdad mama?
-Vale ponle como quieras, Pepe está bien, dijo el padre
Le pusieron de comer, el padre tenía una gran jaula y allí lo metió.
El pájaro pensó que allí no le gustaba estar, vaya vida, mira que ir a parar a una jaula, con lo feliz que el estaba suelto en la calle.
Al poco rato el loro empezó a decir palabras no muy bien sonantes, Francisco que le escuchó fue donde estaba el loro, y le riñó.
-Palabras feas no, eh Pepe?
El pájaro lo miró asustado. Ahora vendrá y me pegará pensó?
Francisco en vez de hacer, lo que el pájaro pensaba, se lo llevó a una habitación y lo dejó allí encerrado. No sin antes decirle, que cada vez que hablara mal, ese sería su destino.
Muchas veces lo llevó a aquella habitación, así que Pepe ya cansado, pensó que lo mejor sería portarse bien, y olvidarse de aquellas palabras feas.
Nunca mas las volvió a pronunciar. Francisco lo sacó de la jaula, el loro estaba tan feliz, que empezó a ganarse su afecto.
Los niños jugaban con el loro, los acompañaba en sus lecciones, repetía todo lo que los niños leían y empezaron a tener mejores notas. Otras veces cantaban, el loro les acompañaba se lo pasaban en grande.
El dueño no apareció nunca, así que decidieron quedarselo para siempre
Todos felices, y Pepe mas.....
Tocó su final
FIN
Verónica
Hola Vero: bonito cuento. Que nos dice una vez mas, que los animales son como sus dueños lo educan, no hay ningún animal malo, simplmente hay dueños malos que enseñan cosas incorrectas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tierna historia. Me gustó.
ResponderEliminarluzysolyluna:
ResponderEliminarAsí es amiga Luz, los animales aprenden, lo que sus dueños les enseñan.
Feliz día amiga
Abrazos
Beatriz:
ResponderEliminarMe alegra amiga, que te halla gustado ¡gracias!
Feliz domingo
Abrazos