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La niña siempre estaba comiendo. Lo hacía también a escondidas, y no quería qué su madre la riñese. Cuando la mujer estaba distraída, cogía lo primero qué pillaba. En esas estaba, cuando vio qué ella entraba en la cocina. Ya había cogido un par de chocolatinas, qué se metió en la boca intentando comérselas deprisa.
-¿Qué haces aquí en la cocina?
La niña intentó hablar pero le fue imposible, la gran masa de chocolate se lo impedía.
-¿Qué llevas en la boca, pequeña zampona?
-¡Nada!
Dijo al fin, salpicándo a su madre en la ropa y rostro.
-¡Así qué nada! ¿Y qué es esto... si parece chocolate?
-¡No lo se, mami! se metió solito en mi boca.
La madre no tenía ganas de discutir con ella, y salio de la cocina derecha al baño a lavarse la cara. La niña, aprovechó para coger otras dos chocolatinas y se marchó corriendo a su habitación.
Debajo de la cama, tenía un paquete de galletas esperándola.
Se sentó en el suelo, y las fue contando a la par qué se las comía. Las chocolatinas las dejó para el final.
Autora Verónica O.M.