martes, 5 de noviembre de 2013

RESBALÉ Y ME CAÍ CUENTO

Bonita imagen de internet
La vida de Javier había dado un cambio muy radical para nada bueno. Sus padres se habían separado, y había quedado al cuidado de su madre. A la mujer se le había agriado bastante el carácter, y de ser una mujer simpática y muy agradable había pasado a ser una persona amargada. Siempre estaba trabajando para sacar la casa adelante, su marido se había marchado de casa y ella no quiso exigir los derechos de Javier, y sola debía hacer frente a todo. Muchas veces se agobiaba, y el niño debido a ello se volvió muy introvertido, no contaba nada a su madre, ella le tenía muchas veces que sacar las palabras.
Cuando salía del instituto para regresar a su casa, allí estaba Marcos acosándolo.
-¿Me has traído la pasta que te dije?
-No tengo tanto.
-Te dije que me lo trajeras. ¿O quieres que te rompa la cara?
Dichas estas palabras le dio tal puñetazo que lo tiró al suelo.
Los otros chavales no se percataron de nada, allí estaba el pobre Javier con la nariz reventada y sangrando.
Marcos se marchó riendo y diciendo estas palabras. -¡Como no me lo traigas mañana, verás que te hago!
El pobre niño sacó un paquete de kleenex de su mochila, se limpió como pudo y se dirigió para su casa. Su madre no estaba, nunca estaba -se dijo.
En la cena la madre lo miró preocupada. -¿Que te ha pasado Javier? 
-Nada.
-¿Eso no es lo que parece?
-Resbalé y me caí -dijo.
Pues hijo, deberías andar ciego para darte tal porrazo.
Cenaron y se fue para su habitación, allí lloró de rabia y de impotencia.
Cuando se levantó al día siguiente, se fue para la habitación de su madre y le cogió dinero que ella tenía guardado, aprovechando que ya no estaba. No sabía lo que hacer. Pero de momento aquel dinero le salvaría de un nuevo puñetazo.
Al salir del instituto ya estaba Marcos acosándolo. -¿Lo has traído?
-Si.
-¡Dámelo!
-Toma, pero no tengo más.
-Eso es lo que tu dices, mañana quiero que me traigas de nuevo.
El pobre Javier, sintió una impotencia tan grande que se marchó llorando, dándose cuenta que aquello solo acababa de empezar. No sabía que hacer ni a quien recurrir.
Así pasó unos días. Su madre estaba peor de carácter de lo habitual.
-¿Javier me has cogido dinero?
-No. ¿Para que lo quiero?
-¡Hijo, no se lo que está pasando últimamente que me falta muchas veces!
-¿Me estás acusando?
-No, hijo no, pero algo pasa. Esto no puede continuar.
-Todo el día estás atareada y nerviosa, vete a saber dónde lo metes.
Allí quedó la conversación.
Siguió robando para el tal Marcos que cada vez le exigía más. En vez de irse para casa, al salir aquel día del instituto se marchó para un parque que estaba muy cerquita. Se sentó en un banco poniéndose a llorar.
Un anciano se sentó a su lado.
-¡Hola muchacho, hace una buena tarde! Me parece que tienes algún tipo de problema.
Javier al escuchar aquellas palabras se desmoronó.
-Cálmate muchacho y cuéntame, a lo mejor te puedo ayudar.
Javier empezó a hablar, el anciano lo dejó hasta que no le quedó que decir.
-Mira muchacho, lo que tienes que hacer es decirlo en tu casa, nadie mejor que tu madre para ayudarte a que acabe tu pesadilla.
Se quedaron largo rato charlando, al despedirse se encontraba muchísimo mejor, con fuerzas para hablar con su madre, y acabar de una vez por todas con aquel sin vivir.
Habló con ella y le contó todo con pelos y señales. La mujer se sintió culpable por no poderle dedicar más tiempo.
-No te preocupes hijo, esto se va a acabar.
Habló con el padre de Javier, y decidieron ir al instituto para hablar con el director, que llamó al tal Marcos que se puso muy gallito. El director decidió expulsarlo.
Los padres de Javier empezaron a verse, y de nuevo la chispa prendió entre ellos decidiendo que volvía a casa.
Todos estaban muy contentos. Javier no se olvidó del anciano, y decidió ir al parque para darle las gracias. Dio vueltas y más vueltas, y nada...
Ya decidido a marcharse, de pronto vio algo extraño que llamó su atención, y se acercó hacia aquel rincón del parque. Se detuvo, allí había una estatua de un viejecito. Era idéntico a quien tan buen consejo le dio.
Se lo quedó mirando fijamente, la estatua le guiñó su ojo izquierdo.
Le pareció real. Pero se dijo que no podía ser era solo una estatua. Seguro fue una ilusión.
FIN
Autora Verónica O.M.

12 comentarios:

  1. Bonito final el de este cuento, por desgracia en la vida real no siempre acaban tan bien las cosas..
    Un beso

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  2. Para LOS OJOS DE LA NIEBLA
    Muy cierto, amiga. Lo bueno de la literatura es que podemos fabularla a nuestro antojo.
    Besos, buena semana

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  3. Hermoso cuento con matices de realidad y positividad, ojalá que los chavales acosados, encontraran un viejecito que les ayudara. Verónica, besos.

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  4. Para ana
    Gracias, Ana, me alegro te guste.
    Para quitarle alas al acosador lo mejor es hablar, en el cuento y en la vida real.
    Besos, buena semana

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  5. Respuestas
    1. Para Amapola Azzul
      Gracias, Amapola, me alegra te guste.
      Un abrazo

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  6. Un relato muy real, la vida trae dificultades pero ellas no deben dominarnos, Un abrazo Nieves.

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    1. Para Jossep
      No deben dominarnos, muy bueno Jossep, me gusta.
      Un abrazo

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  7. Un relato extraordinario, mezcla de la vida real, crudo y angustioso, en los colegios hay que tener cuidado con los pequeños porque siempre puede haber un listo de estos que se aprovechen de los mas vulnerables.
    Ese toque final con el misterio de la estatua ha sido Wow, inesperado y genial.

    Preciosos relato Vero !!

    Besos ;)

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    1. Para Nieves
      Gracias, Nieves.
      Comparto totalmente tu opinión.
      Es un cuento y en ellos ocurren cosas para nada habituales, me alegra te guste.
      Besos

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  8. Tiene partes muy reales amiga,muy bueno,abrazos Fiaris

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    1. Para Alfa Fon-Amor
      Gracias, amiga.
      Es mitad real y mitad ficción.
      Besos

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La letras tienen el poder de llevarte a ese mundo dónde todo es posible.
Deseo te gusten las mias.
Verónica O.M.