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Dos niños y dos niñas, andaban un largo trecho juntos y como niños gustaban de "hacer cosas inocentes"
Y a todos los timbres que había a su paso llamaban.
Ring, ring, ring...
Una mujer entrada en años ya tenía un cubo preparado. Y desde el balcón vació el agua encima de ellos.
Y salieron corriendo, maldiciéndola.
La llamaban la vieja bruja.
La llamaban la vieja bruja.
Al día siguiente.
-¡En ese no!
Dijo la más pequeña una tal Laurita. A simple vista parecía modosita pero la niña se las traía...
-Mañana pasaremos por otra calle. Esta ya no mola nada.
Ahora fue Carlitos un niño muy larguirucho y flaquito.
-¡La vieja bruja, ya está asomada!
Dijo una tal Montsita, muy rubita y con carita picarona.
-¡Cruzemos a la otra acera que la vieja no nos moje!
Dijo el Pequitas, un tal Juanito. Un niño muy bajito para su edad y muy gordito. Y que cuándo no se le miraba se chupaba el dedo.
Y así todo el curso. No había timbre que no hubiesen tocado.
Eran conocidos...
¿Por los toca timbres?
¡No, por los toca huevos.
Autora Verónica O.M.